Zócalo del DF: Ángeles de la Guarda & Feminicidio

Ramón Almela. Doctor en Artes Visuales

La plaza del Zócalo de México, D.F. funciona como un espacio de convergencia político-cultural. El lugar se hace centro de manifestaciones populares de toda índole. Bajo el amparo de la bandera de la república mexicana, y entre los símbolos arquitectónicos del poder nacional y el poder eclesiástico se despliegan continuamente las preocupaciones, ambiciones y esperanzas de los ciudadanos. Se convierte en escenario de promesas políticas, reivindicaciones y difusión musical y cultural. Un lugar donde se materializan las operaciones simbólicas del arte.
El Sábado 21 de Enero tuvo lugar un maratoniano festival musical de más de 10 horas entre artistas españoles y mexicanos organizado por la "Plataforma de mujeres artistas en contra de la violencia de género" bajo el título: "NO + feminicidios". En dos escenarios se alternaron en el Zócalo, en un diálogo artístico, 35 cantantes y grupos, y 20 actrices denunciando, todos, la discriminación y la violencia que sufre el género femenino y solicitando modificaciones a las leyes y las conductas.
No trato de reportar en este espacio el hecho en sí musical, que concentró afamados nombres de México y España, sino indagar el sustrato de sentido que se desarrollaba en ese espacio donde convergían dos países, la denuncia social, la represión periodística, el transeúnte, el comercio informal y varias disciplinas artísticas desplegándose el evento en múltiples planos significativos. La esperanza, la queja y el arte comprometido e involucrado con la vida, y el desprotegido, se corporeizaron en situaciones que enviaban una señal de concienciación imbricada con las vivencias simbólicas constantes del lugar. En medio de las danzas prehispánicas y limpias se alzaban las voces reclamando acabar con la impunidad y la desigualdad social, económica, jurídica, política y cultural de género.
Pamela Aguilar, Erick Miranda y Enrique Marín
en performance en el Zócalo DF como Ángeles de la Guarda
Ajenos al festival musical que se llevaba a cabo, el esfuerzo de unos actores "Ángeles Guardianes" sintonizaba, sin pretenderlo, con el esfuerzo del resto de los artistas mexicanos y españoles que actuaban reclamando no más feminicidios y estimulando la esperanza. Colocados en las rejas de la catedral, alineados entre los plomeros y albañiles que ofertan su trabajo, (sin saberlo, reminiscencia de la acción de Francis Alÿs que se anunciaba como TURISTA) ofrecen cada sábado su apoyo verbal y presencial a todos aquellos que se dirigen a ellos. Tres artistas de teatro que llevan su actuación a estrategias de performance involucrado con las vivencias de la realidad en la ciudad de México. Pamela Aguilar, Erick Miranda y Enrique Marín llegan a materializar las proyecciones y creencias ideológicas de los individuos: Ese ángel guardián que provee el respaldo y actúa como conciencia del individuo, materializando las aspiraciones de bondad del ser humano. Confrontarse con su corporeización facilita la fluidez comunicativa, provocando la apertura de muchas personas para hablar y reflexionar sobre su problemática.
Francis Alÿs en el el Zócalo DF como "TURISTA" 1997.
Pamela Aguilar en el performance del Zócalo DF
hablando con un niño transeunte.
El encuentro de estos ángeles, circulando entre la multitud en medio del ambiente de una ciudad tensa e insegura, brinda con su acogida un ámbito que permite a la persona desplegarse como si se tratara de un espejo. No es tanto lo que ellos digan, si no la energía que se genera desde la confianza que pone la gente que los aborda, desde niños a intelectuales. Su actuación se ensambla en el tejido de una ciudad descompuesta y violenta impulsando un hálito de esperanza más allá de cualquier perfil religioso, y se instala como patentización plástica de arte que rebasa las demarcaciones del teatro para situarse en la aportación artística del performance, que abre espacios de interlocución e interacción donde lo visual y lo significativo corresponden al sentido de una estética relacional.
Trabajadores ofreciendo su labor en el Zócalo del DF
La esperanza de que la violencia sobre la mujer desaparezca, y se produzca la renovación institucional comprometida con el problema, aunaba las voces de todos los asistentes al concierto en el Zócalo. Este movimiento se trasladó a un concierto en Ciudad Juárez el Martes 24 de Enero en repudio de los impunes asesinatos de cientos de mujeres en esa ciudad. La impunidad es el estigma de la sociedad mexicana. Y en la situación de los asesinatos de Juárez se unen el funcionamiento de las instituciones, y el silencio cómplice de la población creyendo que así no le afectará, dada la imagen de conducta dudosa difundida de las victimas por parte de las autoridades. Ante la presión de la sociedad, se han producido reformas y cambios en los organismos encargados de las investigaciones. Y se ha creado una fiscalía especial, pero la estructura de los procesos penales permanece más o menos igual.
Las fuerzas latentes de la corrupción, el narcotráfico y la ideología machista resultan poderosas. Hay que luchar en todos los ámbitos contra el predominio de la violencia de género. El feminicidio es la consecuencia de la repetición de incidentes de violencia diaria intrafamiliar y extrafamiliar. Es el último paso del individuo que ostenta el desprecio y la vejación contra la mujer por la única razón de ser mujer, por contemplarla como una cosa. Esto está sucediendo en todas las clases sociales y grupos étnicos. Y en México, el desprecio y abuso del género femenino está generalizado desde la misma fuente de la educación familiar. La impunidad de los hechos delictivos perpetrados contra la mujer favorece estas condiciones. Es necesario levantar firmemente la voz contra todo hecho de violencia y desigualdad. Tan sólo cuando los medios de comunicación y la opinión de la población general se conciencien de esta realidad y reivindiquen un trato justo para la mujer exigiendo el castigo de todo culpable, autor o encubridor, será entonces cuando estas fuerzas latentes de la ideología machista, opresoras e infames, sean acorraladas y anuladas.
Lydia Cacho y Ramón Almela en conversación
Hay que enfrentar esas fuerzas que logran la impunidad confrontando el poder que ostentan. Alguien que estuvo involucrada directamente en el reciente festival "NO + feminicidios" y que singularmente ha sufrido el autoritarismo de los gobernantes de Puebla ha sido Lydia Cacho. Usando una frase de Mercedes Sosa: "Tantas veces me mataron, tantas veces resucité" inyectó con su rebeldía y resistencia el ánimo en el Festival. Sobre esta activa defensora social, escritora y periodista, estas fuerzas dominantes y opresoras ejercieron la venganza por haberse atrevido a hablar de los poderosos -que el gobierno de Mario Marín (audio de Mario Marín conversando con Kamel Nacif) insiste se trata sólo de una reyerta entre particulares-. Se ejerció una orden de aprehensión, que más bien fue un "secuestro legal" por una demanda interpuesta por José Kamel Nacif, el cual es citado en una investigación publicada en el libro "Los demonios del Eden: el poder detrás de la pornografía" que trata sobre la presunción de pederastia de Succar Kuri, y por quien Lydia ha recibido amenazas de muerte. Es inaudita, asombrosa e increíble la acción expedita de la justicia contra una periodista, cuando tantas denuncias no son atendidas o siguen lentos procesos. Aquí, claramente, se entrelazó el poder político para servir de tapadera e infligir el mayor castigo posible a Lydia Cacho. El propio Secretario de Gobernación del Estado de Puebla, Javier López Zavala, descalificó las investigación de la periodista (de lo cual se retractó luego)... y la Asociación de Mujeres Periodistas de Puebla no se pronuncia cuando la legalidad está en entredicho. Fue la movilización de redes ciudadanas y de organizaciones periodísticas que con su apoyo permitieron la libertad de Lydia bajo fianza, exonerada del delito de calumnia, y trasladado su proceso por difamación a Cancún. Y, ya se ha presentado una queja ante la Corte Interamericana contra la actuación del Gobierno de Estado de Puebla, y la llevarán al Parlamento Europeo.
Los delitos de difamación y de calumnia se han transformado en el sistema de control del poder para coartar y reprimir al periodista eso, si no es con la muerte o el secuestro. La revisa "Proceso" n. 1525 (22 de Enero, 06) hace un recuento de la represión a periodistas en Puebla denunciando que la política de Mario Marín es tener el control absoluto de la prensa. Numerosos casos ocurren donde los reporteros son censurados, o acusados judicialmente. El propio gobernador advertía el 24 de Septiembre: "Hay crítica que solamente confunde y destruye. Ésa, pues vamos a procurar que desaparezca, porque ésa no contribuye a nada bueno..." Los periodistas se están organizando a fin de presentar un amparo conjunto en las próximas semanas como medida preventiva ante posibles órdenes de aprehensión contra ellos.
La acción intimidatoria contra la mujer, la violencia expresa, han de ser consideradas delito como en España se ha logrado. La conciencia de la opinión pública ha de cambiar, y para esto el periodista y las instituciones han de promover la modificación de los paradigmas actuales. En el proceso, muchos activistas están sufriendo la persecución vengativa. Hagamos frente común desde la actividad del arte y el periodismo, junto a la difusión masiva y popular de la música, del rechazo a la impunidad en los feminicidios y la violencia de género. Creo que la crítica de arte, como el arte mismo, ha de trascender la esfera meramente plastico-estética para fundamentar su actuación en la dimensión de lo social, desplegarse en un movimiento de concienciación de la percepción de la realidad donde el arte tiene su función primordial.
Pamela Aguilar en el performance del Zócalo DF
hablando con un niño transeunte.
Publicado el 27 de Enero de 2006