GRAN PREMIO OMNILIFE 2000 Ramón Almela. Doctor en Artes Visuales |
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Las obras premiadas del Salón de Octubre del Gran Premio Omnilife 2000 en las disciplinas de Pintura, Gráfica, Fotografía, Escultura e Instalación se exponen hasta el 11 de Marzo en dos salas de la Casa de Cultura de Puebla (5 Oriente, 5 Centro Histórico). Un destello de propuestas contemporáneas de la creación plástica mexicana se sitúa en un visitado espacio cultural al alcance del público tanto especializado como ocasional, con lo que se brinda la oportunidad de apreciar este tipo de manifestaciones que han aparecido escasamente en el panorama expositivo poblano. Hay que agradecer a los dirigentes culturales esta oportunidad ofrecida, pues promoverá el conocimiento de la creación contemporánea en ambientes alejados de este tipo de muestras. |
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El espíritu de la exposición resulta en un principio desconcertante. La pluralidad de propuestas en cada disciplina provoca desasosiego al afrontar el conjunto de piezas incitando por tendencia natural a seleccionar visualmente, inconscientemente, desde inclinaciones predeterminadas. Es deseable acercarse con una actitud de totalidad, una disposición global, para escuchar la exposición en su conjunto, y de ahí, sin prejuicios dejarse atrapar por cada pieza en particular. Es preciso entrar a la escucha de las obras y colocarse en una dinámica abierta por atenderlas sin preconcepciones. El contenido de las obras se emplaza muchas veces mas allá de lo narrativo o plástico y, tantas veces, el discurso de la obra escapa del entendimiento comprensible si no existiera el auxilio de la anotación escrita. Las reflexiones en las que el artista se mueve traspasan ya los marcos de referencia habituales en la plástica. Y desde luego, es más difícil afrontar estas obras en Puebla debido al anquilosamiento artístico general, pero ya es hora que el arte auténticamente contemporáneo impregne cualquier recorrido cotidiano por las salas de exposición. De este modo, la percepción del público se desarrollará y la de los iniciados madurará. Lo que ahora resulta insólito e inquietante, es ya de práctica común en la realización artística actual. Nada hay en esta exposición que sorprenda o que realmente quiebre nociones ya asumidas en la praxis contemporánea, e incluso pueden discernirse con claridad la emulación, copia y falta de originalidad de algunas de las piezas expuestas. Ahora bien, esto no resta ningún valor a la presentación. | ||||||||||||||||||||||||||||
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La combinación de las obras compone un conjunto textual indicador del proceder y de las estrategias de presentación, y representación, contemporáneas. La fragmentación y la contraposición aparecen como esencia plástica en la elaboración de conceptos y componentes materiales en casi todas las obras. Revelan un mundo de escepticismo y duda que abandona el espíritu de certeza que lo animaba antes. Una visión de la sociedad anticonvencional y que, como apuntaba Gerardo Ramos Brito en la presentación y señala Ticio Escobar -miembro del jurado- en el catálogo, el artista detecta y se ve en la imposibilidad de cambiar la realidad, el mundo, a través de sus discursos... Esto conlleva una situación agónica que desemboca en la sublimación del cuerpo, o el sexo, como en esa imagen de fecundación, que compendia el éxtasis agónico en un lenguaje satírico sexual, presentada por Iván Villaseñor "Fruto prohibido". | ||||||||||||||||||||||||||||
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El antagonismo formal estimulando la contraposición es evidente en gran número de las piezas premiadas y expuestas en esta muestra. De entrada, esta tensión invade al espectador con los dípticos de Sergio González "Cama" donde la atmósfera rosada vibrante describe el espacio en torno a un colchón y el de Óscar Necoechea, fotografía de imágenes nebulosas de una mano artificial enfrentada a la de un perro. Dos espacios obligados a convivir. Otro díptico que establece la oposición en su obra "90213DVA", de Fernando García, se sitúa al fondo de la galería con dos apaisados y extensos espacios verdoso-grisáceo conteniendo incipientes brotes esféricos de pequeño tamaño que pugnan por escapar. La contraposición visual y simbólica es empleada en las obras de Luciano Sánchez "Vistas en corte de siameses"donde la simetría y combinación silueteada de cerdos conteniendo imágenes de carnes frías evocan los seccionados animales de Damien Hirst. Y desde la plástica misma la actitud de contraposición aparece con la obra de Alejandro Pintado con su resolución pictórica en tres planos significativos. Con Oscar M. García en su obra "Caja" dividiendo una línea roja una figura, así mismo, también dividida. En la pintura de Héctor Falcón, en "1-800 Belleza Salvaje", que establece la tensión entre una capa inferior pintada con precisión naturalista y el trazado tosco de líneas y planos de la capa superior en un cuadro que provoca en sí efecto de resistencia y tensión. Y la singularidad narrativa en la obra "My friends became monsters" de Fabián Ugalde. |
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Otro tipo de contraposición más alegórica en el que el espacio del espectador es asaltado y obligado a distanciarse por la fragilidad, la banqueta de madera "Pasión latente" de Víctor Castro en la que cientos de cerillos forman un escudo superficial, o la escultura "Erizos" de Rosa María Robles en la que tres grupos de hierros afilados y oxidados resultan una amenaza latente. La escultura de esta muestra alcanza un misterio en las piezas de la sala del primer piso: La malla metálica doblada, residuo de un cercado, de Davis Birks, "El tragasueños" de Gerardo Azcúnaga que llega a imprimir un sonido sordo mágico colgado en ese espacio con su presencia elipsoide recubierta de cabello, y el cartón imitando la realidad metálica de Luis Miguel Suro que abarca el territorio de la sala con su "Caseta para pick-up 1" revelando la problemática de la vivienda. | ||||||||||||||||||||||||||||
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La fragmentación prevalece en una serie de obras que encarnan en sí un contraste patente por medio de su colocación en un políptico. "Prólogo" de Rodrigo Medina con 12 hojas de cuero liviano trasparente que sirven de soporte para la representación de gestos y trazos. La gráfica de César Nava "Medios para la Santidad" con la condensación simbólica a través de la representación de objetos de tortura de la Inquisición. José Antonio Farrera en un políptico de 36 platos impresos establece un hilo narrativo y confronta (Una vez más, el elemento contrapuesto) el performance con el valor pragmático de los objetos. Y rozando la temática religiosa, "Segunda piel" de Teresa Zimbrón con sus 96 cuadros donde predominan el rojo y el oro donde desarrolla un discurso sobre el cuerpo y el icono religioso. El cuerpo humano es abordado de varias maneras en la exposición acorde con el tratamiento postmoderno de su representación. El cuerpo, en la representación tradicional, era receptáculo del alma, verdad esencial de la naturaleza humana. Un signo de la transición del Modernismo al Postmodernismo es el reciente arte de la figura retratando el cuerpo no como presencia sino como ausencia. El cuerpo es presentado como un recipiente vacío como ejemplifica la instalación de César Martínez "El cuerpo y el viento", inflándose y desinflándose, el rostro pintado borroso en un cuadro de Adrián Procel, la fantasmagoría que presenta en una pequeña fotografía Galavitz, o la instalación de video proyectado hacia el techo de Ana C. de la Cueva "Todo lo que sube tiene que bajar" donde el salto del cuerpo hacia la luz que no alcanza sintetiza la estrategia corporal contemporánea señalada como vacuidad y búsqueda. |
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Y la pieza de la exposición en la que la contraposición y la fragmentación es llevada hasta sus últimas consecuencias sin una solución es la instalación de Daniel Navarro "Corazón de escarabajo" que aunque no está en acción, puede imaginarse el continuo girar sin fin de este artilugio realizado con los fragmentos indispensables de un automóvil en el que los sentidos contrapuestos de la mecánica lo hacen dar vueltas en círculos. | ||||||||||||||||||||||||||||
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