Sublime y ansiedad en las imágenes de

Baruch Vergara

Ramón Almela. Doctor en Bellas Artes

"Substitutos" 150x90 Oleo y acrílico sobre tela. 2000
La sala José Antonio Ximénez de las Cuevas de la BUAP (Av. Juan Palafox y Mendoza 406) alberga la serie más reciente de Baruch Vergara: "Imagen: Sublim-i-nada". Pinturas en torno a lo cotidiano con un matiz irónico y sarcástico que sintonizaba con la puesta en escena de danza contemporánea "pecados y tentaciones", coreografiada por Sayuri Vergara con estudiantes de danza de la UDLA, el día de su inauguración. Manzanas desparramadas por toda la sala servían de cohesión a los desplazamientos de las 5 artistas que revelaban tensiones que iban del ensimismamiento, orgullo altanero, avaricia, gula, temas de la complejidad existencial contemporánea. Servían de marco concreto para la lectura de la obra de Baruch en medio del sonido incorpóreo de la música que organizaba los movimientos danzísticos.

Las imágenes de Baruch se detienen sobre lo cotidiano. Su mirada hacia la realidad viene mediatizada desde el mecanismo, previamente trabajado en el grabado con la serie "Alegorías Históricas", transfigurando imágenes de obras pictóricas célebres de la historia del arte de los periodos del Renacimiento al Neoclásico. Activaba con ello en el espectador la acción del re-conocimiento en la presentación de estas imágenes de un nuevo modo plástico. Se inserta así en el ejercicio de mímesis, imitación, un concepto enlazado con la doctrina del arte como imitación de la naturaleza floreciente en el clasicismo francés del siglo XVII y comienzos del XVIII y que se remonta a la Antigüedad desde el pensamiento de Platón y Aristóteles cuando establecen una doctrina de la poesía y la tragedia. El concepto de mímesis gana con Aristóteles un significado positivo y fundamental que interesa resaltar. Afirma que imitar es un impulso natural del hombre, y que existe una alegría natural del hombre por la imitación. Hans-George Gadamer ahonda en el replanteamiento de este concepto señalando que "la alegría por la imitación es la alegría por el reconocimiento" No se trata de una exaltación del grado de parecido o semejanza con el original. La esencia de la imitación consiste en ver en el que representa lo representado mismo. De este modo, reconocer no significa volver a ver una cosa que ya se ha visto una vez, sino "reconocer algo como lo que ya se ha visto una vez".
"Las tres gracias"
En esas piezas de grabado, Baruch Vergara utilizaba nuestro conocimiento de la historia del arte para presentarnos la esencia propia de esas ilustres obras a través de una contemporaneidad de visiones y eventos comunes. Se producía el re-conocimiento de la obra y en ella el descubrimiento de una realidad diacrónica con los hechos narrados en la obra original que, en sus grabados alude a vivencias contemporáneas: la familia pobre, el fax, la pareja, la reunión social...
"Endiosados" 90x70 cm. Oleo sobre tela. 2000
En esta exposición, además de brindarnos el re-conocimiento en sentido como si lo hubiéramos visto una vez, Baruch ofrece una reflexión sobre la derivación significativa de la imagen en el tiempo actual, los contenidos subliminales, y un acercamiento a la extrapolación entre lo banal y lo sublime de la imagen que el juego sintáctico de "sublim-i-nada" referida a la imagen proporciona: Idealizados conceptos de lo sublime integrados con lo insustancial de la nada.

La exposición aparece un tanto desigual o irregular en su alcance conjunto, destacando fuertemente la ejecución de algunas piezas sobre otras. Sin duda, la factura de su pintura ha adquirido una soltura en el toque, una controlada dislocación de la pincelada y un dinamismo en la proporción texturada en adecuado equilibrio entre las formas de objetos y figuras, y el fondo. En su pintura mantiene lo que ha venido siendo la distinción de su color hasta ahora: vibraciones agitadas de múltiples grises reverberantes de tiznes negros y que se conservan a un paso de la impresión de suciedad. El simbolismo de las imágenes se apoya en una equilibrada composición de formas y un enérgico y variado tratamiento de las superficies que va desde el suave corrimiento de pincel hasta un denso craquelado matérico. Las obras de mayor firmeza resaltan por la acertada descontextualización de elementos a los que apunta con el título de la obra que da la clave exploratoria de la narración gráfica. Obras que articulan la figura humana como protagonista, como "Las tres gracias", o los objetos, como en "substitutos" y donde se plantea un diálogo entre los elementos a través de su colocación o gesticulación. Metáforas y alegorías que remiten a un análisis crítico de actitudes en la sociedad a través de personajes anónimos de nuestro entorno.
"La cortadora de estrellas" 110x80 cm Oleo sobre tela. 2000
En sus cuadros se muestra de un modo pragmático el debate vital entre lo sublime y la nada. Podría aparecer como actitud prefabricada, pero resulta concordante con la construcción temática de sus obras oscilando entre la atención detallada en bodegones y la presentación de figuras humanas interrelacionadas, entre una simplificada situación de elementos y una compleja presentación de metáforas y alegorías, entre la llana referencia y la oculta representación.

El concepto de lo sublime se formó en la retórica antigua griega deslizándose, con la popularidad de un tratado en el siglo XVII, a ser una categoría de arte junto a la belleza: "La capacidad de entusiasmar y elevar el espíritu, unido a la grandiosidad del pensamiento y la profundidad de las emociones". La conjugación de lo sublime con la nada establece el contrapunto donde las imágenes se reducen al registro de una vacuidad. El carácter de la nada no puede explorarse desde la lógica tradicional que fuerza su definición desde lo positivo, como la ausencia de ser o la negación de algo. La nada es el fondo desde lo cual todo emerge; su esencia produce un sentimiento de temor y ansiedad, inquietud.
"Antes" 85x65 cm. Oleo sobre papel y tela. 2000
La pintura de Baruch intenta destilar esa tensión existente en el interior de la civilización contemporánea donde la imagen gráfica, al tiempo que domina todas las dimensiones de la cultura, refleja el desánimo resultante de la contraposición entre sentimientos de lo extraordinario y el temor soterrado que circula inconscientemente dentro de nosotros.