Un mordisco de fresa jugosa te trae a mi lado, entre tu beso íntimo, descarado y provocativo que arrasa mis labios. Esa lengua anhelante de mi boca, esa sensación inagotable de tu alma repasando mi esencia con tu ferviente humedad impregnada en mi ser.  Nuestras bocas se acoplan, ajustadas, lengua contra lengua. Nuestros rostros se iluminan en la incrédula unión de mis manos en tu cara entregada y mis labios en tu boca.

El intervalo de un respiro sólo incrementa mi ansiedad por ti, por tu cuerpo vibrante, que brota desde mi pecho al reclinar tu cabeza disponiendo tus senos a mi vista, a mi disfrute, a mis caricias. Tu paisaje me deslumbra cuando amanece tu desnudez. Mis besos se multiplican presos de la calidez de tu piel, embelesado en la tersura de tus formas. Tu mirada azul se agita sintiendo mis manos apoderarse de tus pechos, de tu vientre, despejando el camino a tus muslos anhelados que ofreces al deleite de mis dedos que, traviesos, se mueven entre tus piernas.

Tu cuerpo desnudo se pliega como rosario por el mío y tus nalgas se contonean astutas y ávidas de mi miembro que se yergue colmado de ti. Tu amor rebosa en palabras que me ensanchan cuando me envuelves entre tus caderas, seguras y briosas, sometidas a la tracción de mis manos dominando tu trasero, adueñándose sin piedad de todo tu cuerpo que me regalas en éxtasis de pasión.

Esta fuerza que me sobrecoge mirándote de frente, poderoso y amante, recostándote bajo mi peso, me eleva y lleva a penetrarte de poder oprimiendo tus pompas contra mí, exhalando las frases más bellas y los gemidos más callados arrebatado por tu belleza. Envueltos en el mismo sudor de nuestra sed, nos hundimos en un beso al tiempo que nuestros cuerpos estallan en mil sensaciones de color y sabor.

Afrodisíaco Romance de tu Cuerpo
Texto: Ramón Almela
atc@criticarte.com
Publicado el 12 de Enero de 2012