México Arte Contemporáneo

Marco Morales. Maestro en Estética (artehoysintesis@yahoo.com.mx)

Este año la feria internacional de arte contemporáneo, México Arte Contemporáneo (MACO) -realizada del 25 al 29 de abril en la Ciudad de México- se caracterizó, a diferencia del año pasado, por ser más equilibrada en términos de lo que a los diferentes medios usados por los artistas se refiere. Esto es, no sólo fue posible tomar el pulso del mercado del arte junto con la implicación estética implícita en el mismo, sino que se pudo ver más foto, video, escultura, al igual que pintura, instalación y dibujo. La experiencia de visitar la feria ha sido de franca emoción.
Dedicada exclusivamente al arte ha sido, sin lugar a dudas, al menos este año, un espacio al que todo entusiasta del arte debió asistir. A lo largo de las distintas secciones de MACO se pudieron ver siempre cosas que nos alejaban de la idea de la muerte del arte de Arthur Danto detallada en su libro "Beyond the Brillo Box. The visual arts in posthistorical perspectiva", o de cualquiera que pensara que no hay nada más allá de las vanguardias. Sin embargo, a pesar de la parcialidad o "veracidad" de esta hipótesis, y si bien es cierto que no nos encontramos frente a una propuesta de ruptura, sí se podía uno encontrar con obra y publicaciones que por sus características técnicas y de configuración visual o propiamente conceptual remitían, irremediablemente, a la emoción instantánea que interesadamente esperamos encontrar, todavía hoy, al estar frente a la obra de arte. Propuestas encontradas, por ejemplo, en los libros editados por Turner o por la editorial EXIT; en la obra expuesta por las galerías Quetzalli o
GAM (Galería de Arte Mexicano), pero especialmente por distintas galerías localizadas en la sección nuevas propuestas. Galerías noveles con artistas emergentes y otros no tan noveles. Entre ellas, la galería Faria-Fábregas presentó una instalación del artista venezolano Alessandro Balteo formada por un enorme móvil. Parafraseando a Calder, Balteo, con notable oficio, logra que el reflejo del móvil, en el lienzo blanco sobre el que posa, sea el del mapa de los pozos petroleros de Iraq. Parte de la instalación es también un recorte enmarcado de un artículo sobre el asunto Bush-Iraq de la revista New Yorker. Sin embargo, lo primero que vemos es el enorme móvil negro, asaltándonos la calma emanada de la belleza de la corporeización de la línea trazada por Alexander Calder y que, sin embargo, a la manera de David, muestra un problema de carácter moral.

Así es, si algo ha sobresalido de todo el corpus de obra expuesto en esta edición de MACO ha sido la línea y particularmente, el exponente más conocido de la misma: el dibujo. La línea que contiene, que marca el inicio y fin del plano, del volumen, que nos permite diferenciar objetos, que da forma a la palabra escrita en el MACO se ha alejado de aquella usada en el dibujo -pintura más bien- clasicista, preocupado por dar lecciones morales que obligaba a un ejercicio de la razón y que naturalmente se distancia del sentimiento, no porque éste no pueda hacer uso de ella sino porque lo importante era
la razón misma que, aún hoy, a la vista de muchos no puede ser acompañada de la sensibilidad, de la emoción tan claramente unida al arte de los románticos, de los modernos, para acercarse de manera definitiva a este afortunado encuentro de la razón y sentimiento porque un ser inteligente que es sensible es doblemente inteligente.
Publicado el 30 de Abril de 2007