Funny Games

Marco Morales. Maestro en Estética (artehoysintesis@yahoo.com.mx)

El tercer largometraje del austríaco Michael Haneke Funny Games (Juegos divertidos, Austria, 1997, en formato DVD: Fox Sorber home video, 1998), involucra explícitamente al espectador, nos propone un "juego" donde, consciente de la existencia y problemático de lo mimético, convirtiéndonos en "el gran hermano" nos reta, a través del suspenso de la película, a pensar en la factibilidad de la trama, a que la película podría funcionar como una extensión de la "realidad", como un fragmento de ella. Al mismo tiempo, nos expone su idea de sociedad, su capacidad de causar daño y su indolencia.

Desde una toma aérea, el director nos introduce la vida de Anna (Susanne Lothar) y Georg (Ulrich Mühe) que van manejando a través de verdes prados mostrando su erudición musical, clásica, acompañados de su hijo Schorschi (Stefan Clapczynski) y su pastor alemán. La pareja cuenta con recursos monetarios, tienen una casa grande en un lago, un velero... Listos para iniciar sus vacaciones, sus vidas son tomadas por la pareja formada por Paul (Arno Frisch) y Peter (Frank Giering) quienes ya han tomado la de los vecinos. Con una naturalidad que aterra Paul y Peter se hacen de la vida de los recién llegados. Con un lenguaje muy educado y con un estilo de vestir a la par de él, se imponen educadamente con una extrema facilidad a la familia Schrober. Los Schrober, a pesar de sus sospechas, reaccionan tardíamente y con poca eficacia ante el cinismo e indolencia de sus huéspedes "non gratos". Es precisamente esa frialdad manifiesta en los delincuentes, hasta ante el goce de la violencia, lo que verdaderamente aterra y no la impotencia de la familia que ya conoce su futuro. Ante este escenario, el director nos invita a participar, nos reta a adivinar la trama que sabe muy bien ofende.

Esta vez, a diferencia de otras, el director opta por provocar primero indignación, más que horror por la manera impune con la que se conducen los malhechores para, después, dar ocasión al espectador explícitamente, que a manera del "Gran Hermano" observa sin poder intervenir directamente, a adivinar el futuro de los Schrober. Lejos del cine comercial Michael Haneke decide rebobinar la película para que el par de delincuentes continúe transgrediendo, provocando con esto, aún más, la irritación del espectador. Porque normalmente las películas son consideradas como continuación de la realidad. Al menos se oye mucho comentar "como si fuera cierto" sobre lo recién visto en la pantalla. Presenciamos escenas que nos alejan cada vez más de este cine que complace al espectador, que contribuye a un adormecimiento de los sentidos, dándole oportunidad de continuar imaginando que la realidad es como en el cine. Contrariamente, funny games, como en un juego de azar, nos invita a apostar a un resultado, tal como sucedería realmente. Haneke, lejos de los buenos deseos, muestra escenas, dejadas a la imaginación, que nos permiten inferir que no importa el costo del proceso civilizatorio, ni la buena educación, ni las buenas maneras que de él parten. Seguimos siendo capaces de transgredir, de asesinar con educación y continuar con nuestras vidas como si nada hubiera pasado. En una conversación, la pareja Paul-Peter hablan de lo material y lo inmaterial, de la ficción y la realidad, recordándonos lo problemático de lo mimético, pero también la factibilidad de la película; Es decir, ponen sobre la mesa lo viable de la trama, esta vez, con claridad, "como si hubiésemos presenciado una historia real", porque, hay que recordar que una manera de entender a las artes miméticas, a las que el cine bien podría pertenecer, es que éstas calcan la realidad pero también nos muestran lo que está más allá de lo que vemos. Consciente de este hecho, me parece, Michael Haneke con este "juego de azar", que es el final de la película, nos lo recuerda muy bien pero, además, con detalles de una sociedad que en el regodearse en lo civilizado de su estructura olvida, adormeciendo sus sentidos, el costo de ese proceso civilizatorio.
Publicado el 12 de Agosto de 2006