2046

Marco Morales. Maestro en Estética (artehoysintesis@yahoo.com.mx)

Cartel de la película "2046"
Exhibida en el Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (FICCO) este año, filmada en 2004, 2046 (sony pictures classics, 2006, en su formato DVD), del director Chino Wong Kar Wai, llena de sensualidad, nos ofrece una reflexión sobre la posibilidad del amor, a partir de la memoria y el tiempo.
Del sentimiento de necesidad de amor y de pareja se ha dicho mucho. Se continuará diciendo. Es un tema, parece, inagotable. El supuesto de 2046, muy conocido en occidente, es el que en algún punto en la línea de tiempo, estábamos completos. Lo sabemos porque tenemos memoria de la sensación. El lugar debe existir, al menos en el tiempo. Por ello, ante este estar divididos, buscamos completitud. Para el director, ese lugar se llama 2046, un punto en el futuro, pero que conocimos en algún espacio del pasado, del que tenemos noción. Sin embargo, justo esa memoria que nos impele a la búsqueda nos impide concretarla: Una vez que el tiempo ha pasado, nada será igual. Cada instante es irrecuperable, por ello es inútil la búsqueda, sólo es recuperable algo que se le parece. Consciente de ello, Chow Mo Wan (Tony Leung) sólo vive de momentos amorosos y del recuerdo.
Fotografía de Wing Shye. Copyright Sony Pictures Entertainment Inc.
El encuentro amoroso es posible a menos que los instantes coincidan, es decir, que el tiempo del amor se de contemporáneamente entre dos, que el azar los favorezca. Wong Kar Wai sabe que es insuficiente. De una manera precisa nos lo hace saber. El Sr. Chow le pide a Su Li Zhen (Li Gong) que le “acompañe”, ella le dice que lo dejen a las cartas, “a la más alta”, ella la saca, es su decisión. Ni el azar, que se manifiesta en el instante de tiempo, es suficiente. Es la voluntad y el deseo de estar con alguien, y que ese alguien se encuentre en igual disposición en el mismo instante. La imposibilidad del encuentro causa dolor. Un dolor peor aún con la conciencia de lo irrecuperable del tiempo, del instante preciso de correspondencia. Lo saben muy bien Su Li Zhen y el Sr. Chow. Ella simplemente decide quedarse con el recuerdo a pesar de poder vivir con “el mejor hombre que ha conocido” y que ya extraña antes de despedirlo. Él prefiere vivir de momentos sin comprometerse, apático, pero siempre afectuoso con ellas; Se ha negado encontrar de nuevo correspondencia, a pesar del vacío que siente.
Fotografía de Wing Shye. Copyright Sony Pictures Entertainment Inc.
Seguramente el director no reflexiona sobre nada nuevo; En occidente se ha escrito mucho sobre ello. Sin embargo, dos cosas sobresalen. La primera es la frescura que le añade a la película el uso del, digamos, concepto de instante, la precisión con la que se considera al tiempo: una vez que pasa nada es igual, justamente en oposición a lo que usualmente se piensa. La felicidad nunca es la misma, no somos los mismos, a pesar del deseo de un final feliz. Por otro lado, se encuentran los recursos usados por Wong Kar Wai. Llena de sensualidad, la película situada en los años sesenta, sobre todo en Hong Kong, es verdaderamente bella. El director opta por el color en lugar de la línea, así como también declina el uso de los colores brillantes, el director prefiere los verdes, amarillos, ocres, poco luminosos, creando atmósferas un tanto nostálgicas. A través de este mismo uso del color los fondos de los espacios donde se realiza la acción aparecen llenos de texturas, casi se pueden sentir, resaltando a los actores, cuyo ritmo al moverse, en conjunto con el atractivo insinuado de los personajes, resulta sensual. Siempre dejando espacio para la imaginación, difícilmente nos permite ver cuerpos enteros. Sugiriendo siempre, invitándonos a observar de cerca la intimidad de sus personajes, evitándonos, por el ángulo de la toma, a verlos completos, ya sea a sus personajes, ya sea objetos, como esos momentos donde lo único que vemos es el punto de una pluma fuente mientras la luz cambia. Han transcurrido días y el personaje principal, el Sr. Chow, no encuentra un final feliz para su historia a pesar de la belleza de Bai Ling (Ziyi Zhang) y del amor que por él siente. No es suficiente, Wong kar Wai nos lo ha hecho saber, llevándonos de la mano pausadamente, sin sobresalto, dejándonos sentir que es algo que nos sobrepasa. Sólo nos queda la contemplación. Si hay algo que reclamarle al director es esa insistencia, a ratos parece demasiado; sin embargo, ¡aplaudamos a Wong Kar Wai!
Fotografía de Wing Shye. Copyright Sony Pictures Entertainment Inc.
Publicado el 27 de Agosto de 2006